viernes, 31 de marzo de 2017

EL PAISAJE DE LA HISTORIA de John Lewis Gaddis - Buen intento de conciliar el método histórico y el científico - Valoración 8,5 sobre 10


Título original The Landscape of History
Traductor Marco Aurelio Galmarini
Páginas 256
Idioma Español
Publicación 2002 (2004)
Editorial Editorial Anagrama S.A


No sabremos lo que somos mientras ignoremos lo que hemos sido. Por eso me interesa el relato histórico y las discusiones metodológicas que lo cuestionan o fundamentan.

“El paisaje de la historia” es una brillante reflexión  que compara los métodos de las ciencias históricas  y las naturales, desmarcándose del rumbo errático de las ciencias sociales que, para Gaddis, persisten en el modelo reduccionista del siglo XIX, mientras que las ciencias puras modernas ya lo han abandonado, adentrándose en el estudio de las regularidades que esconden la complejidad y el caos.

Cita a Poincaré a través de Henry Adams:

Aun cuando «nuestros medios de investigación fueran cada vez más penetrantes —escribió en un pasaje que cita Adams—, descubriríamos lo simple bajo lo complejo, luego lo complejo bajo lo simple. luego de nuevo lo simple bajo lo complejo y así sucesivamente sin poder prever nunca el último término». Estos hallazgos, observa Adams, «prometían bendición eterna a los matemáticos, pero llenaban de espanto a los historiadores

Gaddis recoge el testigo de E. O. Wilson y su concepto de “consiliencia” y se apoya en las reflexiones de Marc Bloch (1) y E. H. Carr (2), para abogar por la “tolerancia metodológica”. Todo vale si el resultado es bueno: intuición, inducción, deducción…La narración histórica, es una simulación del pasado (representación), provisionalmente válida, mientras no sea refutada por nuevos datos. Gribbin, en su magnífica “Historia de la ciencia”, ya explicaba cuan contingente era el progreso científico. Y estoy de acuerdo con los dos; a toro pasado, todo lo que ha sido azaroso y casual se pinta ordenado y bonito. Pero que el progreso científico sea contingente, igual que el histórico, no significa que el resultado también lo sea.

Los conceptos más inspiradores de la ciencia moderna le sirven de metáfora para desgranar los métodos de la investigación histórica; y subraya metáfora para que un nuevo Sokal no lo acuse de extrapolar. Así nos habla del “problema de los tres cuerpos” de Poincaré para discutir la causalidad; de los “atractores” de los sistemas dinámicos para plantear la cuestión del determinismo en historia; o de la autosimilitud y los cambios de escala de los fractales para relacionar la micro y macro historia. La parte en que discute estos paralelismos es muy interesante; por ejemplo cuando explica la autosimilitud a diferente escala de la conducta de Stalin que va de matar a un loro y a un perro que le molestaban, a eliminar a miles de opositores y millones de conciudadanos…¿También le molestaban?

Según Gaddis, la ciencia representa la realidad con modelos y la historia con mapas. Los mapas, como la historia, son distintos según la finalidad que tengan (gasolineras, monumentos, etc.). Para que la representación se adapte a la realidad, hacen falta algunos procedimientos adicionales:

-          Una preferencia por la sobriedad en las consecuencias, pero no en las causas.

-          La subordinación de la generalización a la narración.

-          La distinción entre lógica intemporal y lógica ligada al tiempo.

-          La integración de inducción y deducción.



Dice que la narrativa histórica procede con “experimentos mentales”, como lo hace la filosofía desde siempre o la física de Galileo, Einstein, Maxwell o Schrodinger; imaginando un escenario y deduciendo las consecuencias, alternativas, variables, retroverificación o predicción. La diferencia es que en matemáticas, física o biología, los modelos imaginarios pueden ser corroborados o refutados por observaciones… ¿Cómo se verifica un paisaje (modelo) histórico?

Hay otra diferencia que Gaddis no afronta y que complica enormemente la cuestión metodológica en historia y las humanidades en general: ¿Cómo librarse del sesgo ideológico en la investigación histórica?



Buen intento de conciliar el método histórico y el científico aunque, para lograrlo, atribuye al último más elasticidad de la que podíamos sospechar. Que la ciencia estudie fractales, sistemas complejos y caóticos, no significa que haya dejado de ser reduccionista; sin reducción no habría modelos ni teorías predictivas refutables. Las interpretaciones históricas discuten entre sí durante decenios o siglos, sin que una de ellas prevalezca sobre otras y sea aceptada unánimemente. En historia, los hechos observables, si los hay, se ocultan bajo capas de interpretaciones; una fuente no es un hecho, es una interpretación, y lo primero que hay que establecer es su fiabilidad.

Para avanzar en ciencia hay que hacerse la pregunta correcta y buscar respuestas en hechos observables; determinar donde pescar, tirar la caña y comprobar si el pez tiene la forma y tamaño esperados. En historia, pescamos en el mar del pasado donde ya no hay peces; tiras la caña y sacas un pedazo del texto de un antiguo pescador que habla de peces.

Me queda una duda: en ciencia, la teoría más reciente refuta o completa la teoría anterior; en historia (y en humanidades en general) coexisten numerosas teorías o interpretaciones. Parece más correcto comparar la historia, por un lado, con la ciencia más la ciencia-ficción juntas, por otro.

NOTAS
(1)   Marc Bloch: El oficio de historiador
(2)   E. H. Carr: ¿Qué es la historia?

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sábado, 25 de marzo de 2017

LA VIUDA NEGRA (Gabriel Allon 16) - Tristemente oportuno con el terrorismo de ISIS como tema central - Valoración 9 sobre 10

Título original Black Widow
Traductor Victoria Horrillo Ledesma
Páginas 464
Idioma Español
Publicación 2016 (2017)
Editorial Harper Collins

En las novelas de Daniel Silva, como en toda novela de aventuras que se precie, prevalecen la acción, el suspense y el riesgo, sostenidos por una trama sólida en torno a temas de candente actualidad. No se recrea en la introspección psicológica de los personajes y su análisis del trasfondo político no es exhaustivo, pero sí suficiente. No hay “paja”, rellenos o partes que no estén justificadas; posee la lógica de un mortal juego de ajedrez.  Son productos dignos, escritos con competencia y respeto al lector que cumplen holgadamente su objetivo: atrapar y mantener en vilo al lector.

El género de espionaje que hace Silva, no es suntuoso al estilo James Bond, o tecnológico al estilo de Tom Clancy, ni elíptico como en Len Deighton (1) o sombrío y melancólico como John Le Carre en su primera etapa, es un espionaje de infiltración, de a pié, cuyas armas son la astucia y la determinación.

Tristes coincidencias.

Daniel Silva estaba trabajando en esta novela cuando se produjeron los atentados de París y Bruselas; yo la terminaba de leer cuando se produce el atentado de Londres. La coincidencia me impresionó y Silva dice que pensó en dejar el libro. Unos compañeros del insti de mi hija estaban en Londres durante el último atentado. Los ataques de ISIS en Europa son tan frecuentes que coincidir con uno de ellos no es difícil.

La viuda negra.

“Muchas son mujeres cultas, mucho más formadas que los hombres que se han unido al ISIS. Tienen prohibido luchar, así que asumen tareas de apoyo importantes. En muchos aspectos, son las mujeres las que están construyendo el califato. Muchas de ellas se casan, además, con hombres que tienen muchas probabilidades de convertirse en mártires en un futuro cercano. Una de cada cuatro queda viuda. Las viudas negras —añadió—. Adoctrinadas, amargadas, vengativas. Lo único que hace falta es un buen reclutador o un ojeador con talento para convertirlas en bombas de relojería andantes.”

Gabriel Allon, el legendario espía y asesino, iba a ser nombrado jefe de los servicios secretos de Israel, cuando explota una bomba en el barrio judío de París causando una gran masacre con numerosos muertos y mutilados, entre los que se cuenta Hannah Weinberg, una antigua amiga de Allon. Paul Rousseau, el jefe del grupo antiterrorista francés, contacta con Allon para informarle de que Hannah le ha dejado en herencia un valioso cuadro de van Gogh y pedirle ayuda en la investigación del atentado. Allon acepta y decide infiltrarse en ISIS para identificar y neutralizar los planes de “Saladino”, el líder más cruel, frío y calculador de la organización terrorista. Natalie, doctora que habla varios idiomas, es adiestrada por el equipo de Allon para adoptar la identidad de “viuda negra” y llegar hasta Saladino. Pero éste prepara un atentado masivo en USA y se propone utilizar a Natalie como “distracción” de los servicios de inteligencia.

Aunque se trata de una novela de acción de las que aceleran el pulso, Silva dibuja un cuadro realista de los errores políticos y estratégicos de occidente en relación al polvorín de oriente medio. Son muchos: desde la eliminación de los dictadores de la zona que tenían bajo control el radicalismo islámico, al apoyo a las “primaveras árabes” sin calcular las consecuencias, la ceguera de la CIA ante los atentados del 11-S y la dudosa decisión de invadir Irak y después retirar las tropas dejando el terreno abonado para la implantación y ascenso de ISIS.

Hasta ahora, he leído cuatro novelas de la serie Gabriel Allon de Daniel Silva: El confesor, Las reglas del juego, El hombre de Viena y La viuda negra; a todas las he valorado con un 9. Sólo recuerdo otro autor, dentro del género de espionaje actual, que haya merecido mi tan alta estima. El afortunado es…Nelson DeMille, por su humor y sarcasmo irreverentes. No os perdáis su serie protagonizada por el incomparable John Corey.


NOTAS
(1)   Len Deighton, un Kafka del espionaje. Cínico, sinuoso, a veces dueño de una oscura poética; su obra es todo un reto, sólo apta para paladares exquisitos Me siento tentado a releer su estupenda primera trilogía de Bernard Samson:
      - El juego de Berlín (Berlin Game, 1983)
      - El set de México, 1984
      - El partido de Londres, 1985
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lunes, 20 de marzo de 2017

LA SED (Harry Hole 11) de Jo Nesbo - Emociones fuertes que aceleran el ritmo cardíaco - Valoración 9 sobre 10


Título original The Thirst
Traductor Lotte Katrine Tollefsen
Páginas 480
Idioma Español
Publicación 2017 (2017)
Editorial Reservoir Books
 
Nesbo está entre los cinco escritores que hacen la mejor novela negra actual. Tiene todo lo necesario para satisfacer a un lector de nivel cultural medio, alérgico a la truculencia fácil, que sabe apreciar una trama compleja bien ensamblada, con personajes de cuerpo entero, enriquecida con subtramas que atraviesan varios episodios (el traidor Waaler, Rakel y su hijo Oleg, el oscuro triangulo Truls, Bergman y Ulla), y ponen a prueba el inestable equilibrio emocional de Hole.
Mis detectives “duros” favoritos son Jack Reacher de LeeChild, Charlie Parker de John Connolly y Harry Hole de Jo Nesbo. Los tres personajes tienen en común que resuelven sus enfrentamientos con distintas formas del Mal, en finales apoteósicos que aceleran el ritmo cardíaco. Reacher se apoya en la superioridad de su preparación, estrategia y cálculo; Parker  tiene el don o estigma de moverse en la misma zona oscura que sus enemigos; Harry, más próximo a Parker que a Reacher, cede el control a su cerebro reptiliano, su Mr. Hyde con la ferocidad del demonio de Tasmania, para acometer y destrozar a su rival.

La sed

Harry, retirado del servicio activo, da clases en la Escuela Superior de Policía donde estudia Oleg, el hijo de Rakel. Controlado su alcoholismo, en compañía de la mujer que ama y el hijo de ésta, se siente a gusto y relajado; pero el lector sabe que la tranquilidad no va a durar; es la pequeña calma que precede a la tormenta. Y la tormenta llega en forma de asesinatos cometidos por un psicópata vampírico (no vampiro), que capta a sus víctimas por medio de una web de citas en internet, accede a sus casas y las desangra mordiéndolas con una dentadura de metal negro y oxidado. Mikael Bellman, jefe de la policía de Oslo, le pide que vuelva a las arenas del crimen para dar caza al asesino; Harry se niega y Mikael le amenaza con frustrar la carrera en la policía de su hijastro Oleg. Bueno, todos sabemos que esa amenaza es un pretexto para Harry, y que, de cualquier modo, acabaría por involucrarse.
Harry forma un pequeño equipo de investigación que trabaja en paralelo con el grupo de homicidios a cargo de Katrine Bratt, ahora comisaria. Lo que sigue es una investigación compleja, vibrante, repleta de sospechosos, pistas falsas, filtraciones a la prensa amarilla e intereses políticos espurios que entorpecen la labor policial; intuiciones sutiles de Harry Hole que atan cabos imposibles; escenas de una cruenta plasticidad que impactan al lector, coronadas por un sangriento final rayano al paroxismo. Y un epílogo que tiende puentes, sembrados de inquietantes dudas, a la siguiente novela de la serie.

Desde “Petirrojo”, la tercera novela de la saga, Jo Nesbo nos obsequia con productos de un nivel insólito en el género. Si eres de los que aprecian las tramas elaboradas, los detalles sutiles, y disfrutas con las emociones fuertes que aceleran el pulso, Jo Nesbo es tu autor y Harry Hole tu detective favorito. No sabes como te envidio si puedes permitirte el lujo de devorar, seguidas, de la tercera a la onceava y última novela de la serie hasta hoy; las dos primeras puedes saltártelas o dejarlas para el final.
Últimamente, buenas sagas negras se han trasladado a la tele. Ahí tienes el “Cardinal” de Giles Blunt o el “Bosch” de Michael Connelly, ¿a qué esperan para hacer una serie basada en Harry Hole?

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domingo, 12 de marzo de 2017

RECURSOS INHUMANOS de Pierre Lemaitre - Obsesión por el suspense - Valoración 7,5 sobre 10


Título original Cadres noirs
Traductor Juan Carlos Durán
Páginas 400
Idioma Español
Publicación 2010 (2017)
Editorial Alfaguara
 
No se puede negar el oportunismo (o la oportunidad) de esta novela de Lemaitre, aparecida en 2010, en plena ola de suicidios laborales que estremeció a la opinión pública francesa entre 2008 y 2010. En La Poste, servicio de correos nacional, se suicidaron 70 personas; 60 en France Telecom; también hubo suicidios en Renault y 11 intentos de suicidio en el propio Ministerio de Trabajo. Esto sucedía en un país con un 10% de paro, un salario mínimo de 1.335 euros, 35 horas semanales y más vacaciones pagadas que en cualquier otro miembro de la UE, mientras en España el paro era del 30% y casi del 50% en Andalucía. Recuerdo mi perplejidad cuando salió el tema en los noticiarios. En ese contexto de angustia o histeria social ante el estrés y la inseguridad laborales, “Recursos inhumanos” puede interpretarse como la “revancha del parado”, en clave de thriller, contra las grandes corporaciones.

Alain Delambre, 57 años, es un directivo con 30 años de experiencia en recursos humanos que lleva 4 años en paro malviviendo a base de pequeños trabajillos; su situación económica y familiar desesperada lo sume en un estado de impotencia y frustración. Recibe una carta de BLC-Consulting, una agencia de selección de personal, donde se le comunica que su candidatura a un puesto directivo de una gran multinacional ha sido aceptada y le convocan a pasar las pruebas de selección. Llega la prueba final que consiste en una simulación de secuestro con rehenes para valorar la capacidad de reacción de los candidatos en situaciones extremas. Pero una becaria que ha sido despedida de BLC le informa que la prueba es una farsa amañada y que el puesto está asignado de antemano a otra aspirante. La decepción y la rabia arrastran a Delambre a encadenar una serie de acciones desesperadas que lo conducen a un callejón sin salida.
El marco general de crisis económica y sus peculiares consecuencias en Francia, como la ola de suicidios laborales, brinda la oportunidad de hacer una novela de gran calado político y social, mostrando los efectos de esa crisis en personajes ricos y complejos; pero Lemaitre limita su foco a la conducta extravagante de Delambre, lamina el resto de personajes, fuerza las situaciones e improvisa las soluciones. La sensación final es de intento fallido, malogrado por su obsesión por un suspense demasiado lineal, artificioso y truculento. No se. Pienso en lo que pudiera haber hecho, con un tema tan potente, la Lionel Shriver de “Tenemos que hablar de Kevin” (masacres escolares) o la Minette Walters de “La ley de la calle” (tumultos racistas) y Pierre Lemaitre me queda corto, muy corto.
“Recursos inhumanos” gustará a muchos; a mí me ha decepcionado. Las razones: improvisación, truculencia, estrechez de foco y personajes planos. Por poner unos ejemplos:
  1. Para ocultar la gran baza de Delambre, Lemaitre cambia el narrador en la escena del secuestro que pasa a ser David Fontana, el paramilitar a cargo del juego de rol, mientras toda la novela es narrada por el propio Delambre.
  2. El encuentro con Cousin en Sarqueville y la revelación que salva a Nicole, muy forzados.
  3. La inmolación de Charles parece una solución improvisada.

En general, no se percibe ese control completo de la trama casi perfecto en “Alex”, para mí su mejor novela, y se empeña en exceso en construir un thriller de acción, centrado en la descripción de escenas físicas (huidas, persecuciones, tiroteos) que no son su fuerte. El thriller de acción, si no va arropado en una trama muy sólida, me aburre; las escenas se hacen largas, pesadas… Y no le quito mérito. Estoy pensando en Lee Child, verdadero maestro en el género, y su técnica de ralentización del tiempo real.  
Toda obra de ficción intenta atrapar al lector planteando crisis y conflictos de diversa índole y se sirve de alguna forma de intriga y suspense que no son exclusivos de la novela negra (policíaca o detectivesca). La intriga señala las tensiones más o menos explícitas a resolver, el suspense nace del método empleado en resolverlas y los giros son los cambios bruscos que sorprenden al lector. Pero todo debe ser coherente y los hilos deben permanecer ocultos. Le doy un 7,5. Demasiadas carencias para llegar al 8.

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jueves, 9 de marzo de 2017

RAGTIME de E. L. Doctorow - Trabado espectacular de la Gran Historia y el drama personal - Valoración 8,5 sobre 10


Título original Ragtime
Traductor María José Rodellar
Páginas 352
Idioma Español
Publicación 1975 (2001)
Editorial El Aleph
 


El Ragtime o “rag” es esa música que nos resulta tan familiar de las películas de cine mudo; fue muy popular a finales del siglo XIX y principios del XX y da título a la elogiada novela histórica de E. L. Doctorow ambientada en esas fechas.

Un narrador anónimo, perteneciente a una familia de clase media cuyos miembros se presentan bajo nombres como Madre, Padre y Hermano Menor, acogen a un bebé negro abandonado en su jardín y después a Sarah, una joven negra madre del bebé. Pronto empiezan las visitas del padre, Coalhouse Walker Jr., un músico negro de “rag”, al que Sarah, sumida en un persistente mutismo depresivo, se niega a recibir. Las visitas se suceden durante meses hasta que la tenacidad de Coalhouse vence las reticencias de Sarah  que acepta casarse con él. Cuando todo parece ir sobre ruedas Coalhouse es víctima de una encerrona racista a cargo de una unidad de bomberos voluntarios, al mando de Willie Conklin, que le destrozan su flamante Ford T.  La policía y la justicia, a las que Coalhouse acude a pedir reparación, desoyen sus denuncias y Sarah muere en la puerta de una comisaría a causa de los golpes de un agente, lo que desencadenará la venganza del músico.
En torno a esta trama central, involucrados en distintos grados, pululan numerosos personajes y sucesos reales dando vida y color al espíritu de la época: el empresario Henry Ford, el banquero J. P. Morgan, Freud y Jung, el explorador Robert Peary, el arquitecto Stanford White, el ilusionista Harry Houdini, la anarquista Emma Goldman o la corista y actriz Evelyn Nesbit, entre otros. La descripción de los sucesos históricos coetáneos con protagonistas de primera fila, muchos de ellos ya conocidos, no tiene un mérito especial que, en todo caso, dependerá del significado que tengan para cada lector (a mí me ha sorprendido el contraste del pragmatismo de Henry Ford con la obsesión de trascendencia de J. P. Morgan); lo espectacular es el trabado preciso de la Gran Historia con el drama personal de Coalhouse, construido uniendo hilos remotos y soldando destinos improbables.

Es una obra entretenida, escrita en un estilo sencillo y claro, que combina el relato coral de la historia de Estados Unidos a principios del siglo XX con el potente episodio dramático de un músico negro y obstinado, que se rebela contra un agravio personal de manera incomprensible en el contexto racista de la época. Su respuesta parece desproporcionada, pero no lo es en relación a su alto concepto de la dignidad que, tratándose de un negro, es extraña a su tiempo. Se ha dicho, y Doctorow lo reconoció en parte,  que la humillación y venganza de Coalhouse es un plagio de la novela “Michael Kohlhaas” de Heinrich von Kleist. Puede, si nos referimos al núcleo dramático, pero, considerada la novela en su totalidad, lo que yo veo es un homenaje a su admirado John Dos Passos y su trilogía USA (1) que me siento tentado a releer. Ya veré. También tengo sobre la mesa “Viviendo mi vida”, la autobiografía de Emma Goldman, la líder anarquista y feminista que tiene un importante papel en la novela.


NOTAS
(1) La trilogía comprende las novelas El paralelo 42 (The 42nd Parallel, 1930), 1919 (1932) y El gran dinero (The Big Money, 1936).

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sábado, 4 de marzo de 2017

EL LIBRO DE DANIEL de E. L. Doctorow - En novela histórica, de lo mejor - Valoración 9 sobre 10

Título original The Book of Daniel
Traductor Isabel Ferrer | Carlos Milla
Páginas 334
Idioma Español
Publicación 1971 (2009)
Editorial Roca 
 
Novela histórica remotamente basada en las vidas, juicio y ejecución de Ethel y Julius Rosenberg, acusados de espionaje y ejecutados en la silla eléctrica en 1953, en el contexto de caza de brujas del Macarthismo. Paul y Rochelle Isaacson son los trasuntos de Ethel y Julius en la obra y su hijo mayor, Daniel, el narrador principal.
El marco temporal fluctúa entre los años 40/50 en que Daniel narra su infancia y cómo vivió con Susan, su hermana menor, la detención de sus padres por el FBI, y el año 67, el presente narrativo, en que Daniel es un estudiante de la izquierda radical y Susan está internada en un sanatorio por trastornos mentales con intento de suicidio.
La voz de Daniel se alterna con otras voces en primera persona, con la tercera omnisciente, con digresiones políticas, análisis históricos, textos de cartas y discursos antisistema de Daniel y otros personajes.
El estilo intenso, a veces febril, punteado de escenas surrealistas y escatológicas, refleja el drama humano de Daniel y Susan y, en general, el de ciudadanos corrientes acosados por la obsesión persecutoria de las élites políticas, judiciales y mediáticas, en forma de terror anticomunista. Pero ese terror era planificado. Doctorow cita al senador Vandenberg para demostrarlo:
Tenemos que meter el miedo en el cuerpo al pueblo americano
La novela está repleta de intuiciones sutiles como la de que en los juicios políticos, el solo hecho de sentarte en el banquillo, aceptar las reglas de lo que procede y lo que no, hace que seas visto como culpable. Lo expresa en las palabras del anarquista Sternlicht:
“—Tus viejos no se enteraban de la misa la media. Su comportamiento en el juicio fue patético. O sea, siguieron las reglas de los otros, las reglas del gobierno. ¿Me explico? En lugar de coger y levantarse y decir que os den por el culo, haced lo que os dé la gana, porque igualmente, con vosotros, hijos de puta, no tendré un juicio justo… En lugar de eso, se atuvieron a las fórmulas, se declararon inocentes, hablaron sólo cuando se dirigían a ellos, siguieron el juego. ¿Captas? Todo ese marco de referencia acabó con ellos porque se comportaron como acusados en un juicio. ¿Lo pillas?”

Doctorow presenta a Paul y Rochelle como idealistas radicales ingenuos, de origen humilde, que debían ser un eslabón más de la cadena de delaciones que buscaba el FBI pero que se frustró al negarse ellos a implicar a ninguno de sus amigos. Primero detuvieron a Selig Mindish, dentista chapucero y emigrado ilegal de Europa central; Mindish, presionado por el FBI delató a Paul y unas semanas más tarde fue detenida Rochelle para presionar a Paul que no soltaba prenda. Ellos se negaron a delatar a otros y fueron acusados de conspiración y traición. La histeria colectiva anticomunista atizada por la prensa se encargó del resto. El autor establece un paralelismo entre este proceso y los de Moscú en que el denominador común eran las delaciones y las confesiones forzadas.
Doctorow escribió la obra en 1971 y su posición queda clara: para él, el caso de los Rosenberg fue injusto y amañado. Robert Coover escribió en 1977 otra novela sobre el mismo tema con el título de “La hoguera pública” con Richard Nixon como narrador principal. En 1995 se desclasificaron los documentos del Proyecto Venona sobre el espionaje soviético que establecen la culpabilidad de Julius Rosenberg, pero la fiabilidad del Venona está puesta en duda por muchos críticos y calificada como “"bombas de tiempo de desinformación". ¿Qué quieres que te diga? Que cada vez veo más la historia como un producto de la imaginación basado en hechos que las partes contrarias emborronan hasta hacerlos dudosos.

Heredero de John Doss Passos (me viene a la memoria su prólogo a “Paralelo 42” en la edición de Edhasa), colega de Norman Mailer en las obras de denuncia y crítica social, E. L. Doctorow es, quizá, el escritor contemporáneo de novela histórica más potente y honesto y su obra “El libro de Daniel”, un novelón.

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