martes, 13 de diciembre de 2016

EL USO DEL HOMBRE de Aleksandar Tisma - Sin concesiones, sin compasión ni esperanza - Valoración 9 sobre 10


Título original Upotreba Coveka
Traductor Luisa Fernanda Garrido | Tihomir Pistelek
Páginas 312
Idioma Español
Publicación 1976 (2013)
Editorial Acantilado
 
Un relato antiheroico, crudo y devastador de la ocupación alemana de Yugoslavia. Antes de la guerra la vida bulle de pequeños vicios, pasiones, anhelos y, también, honestas ambiciones. Durante la ocupación, el rodillo de violencia lo aplasta todo sin dejar ni un pequeño resquicio de humanidad. Después de la liberación, los que no han muerto víctimas de un exterminio frío y calculado, quedan reducidos a ruinas humanas vacías, rotas, inservibles para una vida normal,

La historia se sitúa en Novi Sad, ciudad al norte de Serbia, y explica las vidas del grupo de estudiantes y sus familias, unos judíos y otros no, a los que Anna Drentvenšek, apodada por los estudiantes «la Señorita», da clases de alemán allá por los años 1935-36. Anna muere después de una intervención para extraerle cálculos biliares y deja un diario (un poco cursi y angustiado) que aparecerá al final de la novela (1950) cerrando un círculo simbólico de abuso y desolación.

En medio, Tisma nos cuenta como se desmoronan las vidas del pequeño grupo de estudiantes y sus familias durante la ocupación alemana. Destacan las historias de Vera Kroner y Sredoje Lukuzić. Vera, una guapa pelirroja, hija de un próspero comerciante judío casado con una alemana, escapa viva del campo de concentración en el que es obligada a ejercer de esclava sexual. De regreso a su casa vacía en Novi Sad, recibe por las noches a desconocidos con los que copula a cambio de pequeños regalos. Sredoje Lukuzić, antes pretendiente de Vera, pierde padre y hermano en su huida a Budapest, se enrola en la policía colaboracionista húngara, mata a un oficial alemán cuando intenta abusar de él y huye uniéndose a la resistencia. Hay muchas más historias, devastadoras, de personajes zarandeados y arrastrados como peleles por el tsunami de la ocupación.



La novela es intensa, rápida y absorbente, cuajada de detalles cotidianos de la época. Los continuos saltos temporales hacen que los contrastes del antes y el después impacten más profundamente en el lector. El estilo es naturalista, como un Zola que ahorra descripciones superfluas sin escatimar escenas duras que contribuyen al contexto:

un poco más lejos, el caballo blanco, que Sredoje había visto después de la primera oleada de aviones, ya agonizaba, tumbado de costado, sacudiendo la cabeza y pataleando con los poderosos cuartos traseros enredados en el meandro de los intestinos”.

Sin concesiones, sin compasión ni esperanza, dibuja el paisaje crudo durante y asolado después de la ocupación.

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