martes, 20 de diciembre de 2016

EL PODER CAMBIA DE MANOS de Czeslaw Milosz - El dilema de adaptarse o morir en la Polinia soiética - Valoración 9 sobre 10


Título original Zdobycie władzy
Traductor Rafael Vázquez Zamora
Páginas 240
Idioma Español
Publicación 1953 (1983)
Editorial Orbis

En 1951 Czeslaw Milosz se había exiliado y vivía en Francia. Cuando publicó la novela en 1953 nada se sabía de los crímenes de Stalin ni de la Gran Purga que fueron denunciados por Nikita Jrushchov en 1956. Pero los polacos ya sabían como las gastaban los soviéticos: en1939, por el Pacto Ribbentrop-Mólotov, las tropas soviéticas ocuparon la zona oriental de Polonia, masacraron a unos 22.000 ciudadanos, hicieron unos 450.000 prisioneros de guerra y varios miles fueron enviados a Siberia y otros campos. El total de las víctimas en Polonia causadas por la Segunda Guerra Mundial fueron de unos 7 millones, la más alta por país de esta contienda. Si la ocupación soviética fue dura, la alemana, espeluznante, significó el exterminio planificado de millones de judíos y polacos.


Richard J. Evans, en su “El tercer Reich en Guerra”, relata la impasible frialdad con que los alemanes mataban judíos y polacos. Las citas de diarios y cartas de soldados y civiles son escalofriantes: el diario de Zyginunt Klukowski, médico polaco, el de Wilm Hosenfeld, oficial alemán, el maestro de escuela judío Chaim Kaplan, el historiador judío Emanuel Ringelblum… En este contexto, uno se pregunta que sentido tienen las novelas policíacas como “Lumen” de Ben Pastor, en que el capitán Martin Bora investiga el asesinato de una monja, cuando, seguramente, mientras andaba por las calles de Varsovia, veía ciudadanos caer como moscas.

En “El poder cambia de manos” Milosz no sitúa el foco en la ocupación alemana de 1939 sino en el alzamiento de Varsovia en 1944 (1) por parte del Ejército Territorial (resistencia nacionalista polaca) en su desesperado intento de expulsar a los alemanes mientras el Ejército Rojo permanecía impasible al otro lado del Vístula. La resistencia esperaba la ayuda de los aliados que nunca llegó, fue aplastada y Varsovia vaciada y demolida por los alemanes (el 85% de los edificios destruidos). El Ejército Rojo entró el 17 de Enero de 1945 y dio comienzo la ocupación soviética.


La novela tiene dos partes: la primera describe las luchas durante el alzamiento y la segunda la entrada del Ejército Rojo y los primeros pasos de la sovietización de Polonia. En la primera hay más acción: se describen las caóticas refriegas de la inútil resistencia polaca contra los alemanes en las calles de Varsovia. La segunda parte es más discursiva: se explican las tácticas de los encargados de sovietizar Polonia, cómo se sirven de la manipulación o la violencia, y las actitudes de los polacos obligados a adaptarse o morir.

La obra se organiza como un mosaico, compuesto por cortes que escenifican la evolución de la historia y sus personajes. Milosz los presenta en distintos escenarios que explican su pasado, sus dudas, reflexiones y conflictos, sus formas de supervivencia o de adaptación al nuevo orden soviético. Se estudian entre si y desconfían unos de otros, sincerarse en un descuido les puede costar la vida:

Piotr habría dado mucho por hablar con Baruga con toda franqueza, pero esto era imposible. Cada una de las frases de aquel hombre tenía una finalidad táctica.”

Y adaptarse es perder la identidad:

Es posible que, a fuerza de doblez, desaparezca por completo en ellos su propio desdoblamiento, y que se conviertan para siempre en los personajes, en los papeles que han aprendido y que representan en esta comedia.”

Exprese el terror intangible que respiraba la burocracia soviética:

Piotr se daba cuenta de que en el sistema soviético se juzgaba si un hombre era «seguro» ateniéndose a signos casi imperceptibles, casi por el fluido que se desprendía de él.”

Capta la diferencia entre el terror nazi, directo y brutal, y el soviético, sordo, solapado como una premonición:

En los ojos de sus conocidos y en los de todos los que encontraba en la calle leía el miedo. Y este miedo era diferente, era un miedo nuevo: lo que espantaba ahora a las gentes no era un peligro inmediato, sino algo así como la amenaza misteriosa y preñada de prohibiciones que pesa sobre las tribus primitivas.”

Hay que recordar que en 1953, cuando se publicó esta novela, nada concreto se sabía del terror estalinista. "Vida y destino" de Vasili Grossman se publicó en 1959. (Por cierto, la intuición de la amenaza misteriosa que sienten los personajes de Milosz me recuerda la caída en desgracia de Víctor Shtrum en la grandiosa obra de Grossman –que tengo que releer-.)


Dentro de una gran variedad de personajes, el autor prefiere los más complejos sobre los que hace bascular el peso de la narración: Foca, sensible y perceptivo; Piotr, noble y angustiado; Baruga, político astuto y oportunista “Baruga se enorgullecía de poder manejar psicológicamente a cualquier persona. A cada uno hay que tratarlo según la medida que da, y así se logra captar a los hombres y hacer que nos sirvan con fidelidad.”; Wolin, frío y pragmático, uno de los responsables de organizar la policía; Winter, judío, compañero de Piotr en la deportación a Rusia del 39, ahora un alto cargo responsable de planificar el nuevo orden, comunista convencido que conoce el lado oscuro de su misión “Winter había visto funcionar a la perfección ese mecanismo que permite convencer al que está mirando una casa y hacerle creer que no ve una casa sino una nube.


El estilo de Milosz es claro, limpio y matizado, de una sencillez clásica. Muestra un cuadro completo de la compleja respuesta, ética y psicológica, de los personajes ante el sistema soviético. En la novela de Tisma, “El uso del hombre”, tras el brutal rodillo alemán, no quedaba apenas rastro de humanidad. En la de Milosz, la gente, temerosa y alerta, se prepara para afrontar el delicado equilibrio de cuerda floja que les depara el futuro bajo la losa soviética:

El sistema ruso era sencillamente el de una inmensa escuela de párvulos, y millones de personas habían comprendido el truco que permitía conducirse de tal modo que no le sucediera a uno nada irreparable. No se trataba, ni mucho menos, de adherirse sinceramente a los principios soviéticos. Lo necesario era, simplemente, disponer el fondo de la persona de manera que, cuando uno decía algo, resultara lo mismo que si lo creyera.”



NOTAS

(1) VARSOVIA 1944, de Norman Davies, EDITORIAL PLANETA, S.A, 2005. Un buen libro sobre este acontecimiento

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