jueves, 11 de agosto de 2016

AMSTERDAM de Ian McEwan - Acerada concisión y tenso brío narrativo con final macabro - Valoración 9 sobre 10


Título original Amsterdam
Traductor Jesús Zulaika
Páginas 200
Idioma Español
Publicación 1998 (2000)
Editorial Anagrama

Ganador del Booker Prize en 1.998. 

Descripciones sucintas, diálogos pertinentes, intriga poderosa sobre el fondo de una reflexión filosófica en torno a cuestiones que nos atañen y un par de giros que nos conmocionan. Todo cuenta, nada sobra. El relato se precipita a toda velocidad como un torrente cuesta abajo; no hay remansos de paz ni meandros de aguas tranquilas hasta el abismo final.



Entre los invitados al funeral de Molly Lane, una mujer independiente y cautivadora, se encuentran Julian Garmony, ministro de exteriores, el editor de prensa Vernon Halliday y el compositor Clive Linley. Los tres habían tenido relaciones con Molly en diferentes etapas de sus vidas y sospechan de su marido, el multimillonario George Lane, que al caer enferma (seguramente de Alzheimer) la cuidó en exclusiva, aislándola de sus amigos.
George le entrega a Vernon, el periodista, unas fotos realizadas por Molly, en que el ministro aparece travestido, y le propone su publicación, con el fin de acabar con la carrera de un hombre al que odian como persona y como político de extrema derecha.
En El Juez, el periódico que dirige Vermon, estalla la polémica entre los contrarios o favorables a la publicación de las fotos escandalosas. Clive, sumido en un colapso creativo y opuesto a la salida en prensa de las fotos, tiene una áspera disputa con Vermon.
 McEwan, con acerada concisión y tenso brío narrativo, arrastra al lector, como cogido por el pescuezo, a los dos momentos clave de la novela. ¿Qué ocurrirá cuando se publiquen las fotografías? Primer giro sorprendente. ¿Cómo se resolverá el conflicto entre Clive y Vermon? Sobrecogedor final con tintes macabros al estilo de Roal Dhal.



A McEwan le gusta especular sobre cuestiones filosóficas apoyándose en personajes con profesiones de élite, siempre de manera controlada por imperativos de eficacia narrativa (sin desmadrarse, en lengua vernácula). En Sábado se servía de un neurocirujano para reflexionar sobre la mente y el sentido de la vida; en Solar de un físico para tratar del papel de la ciencia en el mundo actual; en Amsterdam un compositor sufre las angustias creativas que, los entendidos en música clásica, sabrán apreciar mejor que yo.


¿Has leido el libro o te gustaria leerlo?. Haz tu comentario. Has llegit el llibre o t'agradaria llegir-lo ?. Fes el teu comentari.

No hay comentarios:

Publicar un comentario